El profe que con la robótica transforma la vida de jóvenes en Usme

El profesor Omar Antonio Bustos Amaya, de 42 años, ayuda a sus estudiantes a salir de contextos negativos de su entorno y les muestra posibilidades para sus sueños profesionales a través del mundo de la creación y el ingenio que proporciona la robótica. Conozca esta historia en el homenaje que rendimos en el mes de mayo a las maestras y maestros de Bogotá.

Omar Bustos creó en el colegio Usminia el Club de robótica ‘Robo TIC A Usminia’. Esta iniciativa surge por su constante búsqueda para que sus estudiantes se enamoren de la creación de soluciones tecnológicas y sacarlos de contextos negativos para que mejoren sus proyectos de vida. 


 

Profe Omar Bustos IED Usminia 

Es docente hace 12 años en Tecnología e Informática en el colegio Usminia de la localidad de Usme. La historia de este licenciado en Electrónica empieza mucho tiempo atrás de llegar a ser profe. “De pequeño me gustaba cacharrear con cables, con conexiones eléctricas, paneles solares, baterías, todo lo que pudiera desarmar, aunque no podía volver a armar, lo importante era que hacia el intento”, cuenta entre risas.

“Creo que uno llega al mundo y la vida le va diciendo para qué es bueno”, reflexiona. Luego estando en el Ejército estuvo en comunicaciones y aprendió a manejar el radio y otros equipos electrónicos. Después entró a trabajar en TransMilenio, y también tuvo la oportunidad de manejar equipos de comunicaciones.

 

Concluye que estas y otras cosas lo llevaron a tomar la decisión de estudiar la Licenciatura en Electrónica en la Universidad Pedagógica. Luego estudió una maestría en Tecnologías de la Información y hoy está finalizando un doctorado en Ciencias de la Educación. “La electrónica siempre me ha perseguido y ahora tengo la felicidad de estar en este colegio para ponerla en práctica y enamorar a mis estudiantes. He descubierto que en todo lado existen personas a las que les gusta la electrónica y la robótica, es un tema muy actual y en expansión”.

El proyecto lo trabaja el profe Bustos hace 4 años en este colegio, bajo el Centro de Interés en Robótica y hace parte de la Jornada Única. Desde su creación se han integrado unos 120 estudiantes y se constituyó con la idea de que los adolescente y jóvenes entre 6º y 9 º grado se interesarán por aprender robótica, y no solo experimentar la simulación de artefactos, sino también su construcción.

 

“Lo interesante no es ver los objetos creados y funcionando sino también, en mi caso como maestro, es implementar el ‘aprendizaje adaptivo’, es decir, identificar en qué son buenos ellos y qué les gusta; conociendo esto empiezo a proveerlos de conocimientos y herramientas para que puedan desarrollar sus ideas y llevarlas a la creación”.

Brayan Galeano de grado 10º recuerda que llegó al Club de robótica estando en 6º. “A mí siempre me ha gustado la programación, estar ahí y guiado por el profesor ha sido mi inspiración para hacer programas, inventos y proyectos. Fue muy especial cuándo logré hacer mi primer programa".

Para este joven, Omar es muy buen profesor. “Sabe mucho de esto, nos ayuda a enfocarnos en lo que nos gusta, se esfuerza para que saquemos esas habilidades que tenemos, al final es muy bonito sentir que logré lo que quería”. Añade que gracias a esta experiencia ha decidido estudiar Ingeniería de Sistemas.

El Club es un espacio con ambiente familiar que en este momento tiene 30 estudiantes y los reta al trabajo manual e intelectual de sus integrantes. Ellos se enfrentan a mirar motores, instrumentos y dispositivos que van conociendo, los ven en la vida real y al ver cómo funcionan se vuelve algo interesante.

“Ver transformado lo que ellos hacen en un computador en movimiento, sonido, vibración, desplazamiento o cambio de colores es muy apasionante para ellos. Y luego poder mostrar y enseñar a sus compañeros es algo muy motivante”, explica con gran emoción el profe.

Dentro del sinnúmero de creaciones realizadas en el Club se destacan dispositivos como un tracking solar (se mueve buscando la luz del sol), robots que pueden definir su velocidad, cubos de lets (sistema similar como se ilumina la torre Colpatria en Bogotá), etc.

“En el Club de robótica he aprendido a programar, lo que más me ha interesado es sobre la construcción y funcionamiento de robots, al lograrlo me he sentido muy bien porque el esfuerzo se ve reflejado en el resultado”, cuenta Adrián Fómeque de grado 10º. El estudiante resalta que detrás de esta experiencia está el profesor Omar. “Es quien nos impulsa, sus clases son muy divertidas y didácticas, nos enseña y luego nos hace poner en práctica los proyectos: programamos y hacemos montajes de artefactos”.

“El robot no es la razón, es el pretexto; lo que queremos es que los niños sientan que pueden ser útiles, que pueden ayudar a otros y enseñar, y en equipo pueden encontrar soluciones a problemas”, explica el docente.

Agrega que un logro muy importante de esta iniciativa es que ha ayudado a mejorar los niveles de convivencia. “Hemos descubierto que los chicos que se enfrentan a este reto y que viven en contextos negativos o viven situaciones de rebeldía, en este espacio han podido revertirlas y encontrar un lugar de exploración y creación, se han vuelto líderes; hemos tenido jóvenes que han dedicado tiempos largos a crear sus artefactos, logrando en ellos nuevas expectativas de vida”.

“Maravillosamente hemos pasado de tener chicos que en algún momento su objetivo era solo graduarse de bachiller; ahora tenemos egresados en el SENA o en la universidad estudiando programación o electrónica; otros trabajan en mantenimiento y arreglo de computadores, son egresados que aún son parte activa del grupo que comparten sus experiencias y se apoyan en lo que hacemos, son estudiantes que se proyectan, que van más allá del aula y ven esto como su alternativa de vida”, dice Omar con gran orgullo.

“Me apasiona la programación y ha sido gracias al Club de robótica; además me ha ayudado a tomar decisiones en mi vida, quiero ser ingeniera de Software”, comenta Katerinne López de grado 10º, quien está estudiando en el SENA programación de Software, bajo el convenio de doble titulación. Además, con alegría dice que las clases con el profe Omar le encantan. “Explica muy bien, tiene mucha paciencia para hacerlo y ha sido mi motivación para los sueños que tengo”.

Con la energía arrolladora que transmite, Omar dice con mucha efusión que su inspiración son sus estudiantes. “Es muy bonito verlos transformarse, compartir su conocimiento, enseñarles a otros y sorprender con sus creaciones, es una invitación abierta a que otros aprendan lo que ellos saben”.

 

Uno de los recuerdos más bellos como docente ocurrió cuándo por primera vez tuvo el reto de trabajar con un niño de 4º de primaria con discapacidad cognitiva. “Mi objetivo era enseñarle a multiplicar; utilicé varias estrategias, especialmente lo empecé a tratar como a todos los del salón. Al final, la mamá, que tenía discapacidad también, me entregó una carta agradeciéndome porque Esteban había aprendido a multiplicar, porque estaba muy motivado a ir al colegio y con ganas de aprender, esto me lo llevaré hasta el día que me vaya de este mundo”.

“Sin duda, si tuviera que volver a nacer, volvería a ser docente porque amo esta profesión, porque puedo transformar vidas y me siento muy feliz de que hay personas en este mundo que lo hicieron con mi ayuda”.